Martín es de Lesaka (Navarra) y con carné de donante desde hace 30 años. Quizá es de esas cosas que se realizan por conciencia social, por generosidad, porque se te presenta la oportunidad…
No sé. Probablemente ni siquiera él se llegó a plantear en ese momento que algún día una de sus hermanas necesitaría uno de sus órganos.
Pero así sucedió. Era el año 2016 cuando su hermana, Esperanza Ancizar Iriarte comenzó a tener problemas renales irreversibles.
Fue en ese momento, cuando no solo Martín -todas sus hermanas- se ofrecieron a ser donantes en vida de su hermana.
Todos se hicieron las pruebas médicas oportunas, así como psicológicas. Martín fue de entre sus hermanas el más compatible. ¿Cómo se sintió? Afortunado, nos cuenta. Feliz -asegura- de poder ayudar a su hermana.
No se lo pensó. Llegó seguro al hospital, él junto a su hermana, y se realizaron el trasplante. Uno de los riñones de Martín pasaba a formar parte de la nueva vida de Esperanza.
Ella recibió el riñón y su cuerpo no lo rechazó. Hoy dos años después, su hermana vive, lejos de la diálisis, también feliz.